Tiene derecho a permanecer en silencio

(Granada - The Good Girls)



Las chicas permanecían sentadas en el sofá completamente calladas, mientras M daba vueltas sin parar por toda la casa con su móvil en la mano e intentando contactar con su madre, la cual ya habría salido de la oficina y estaría volviendo a casa. Sí la avisaba con tiempo de que un par de policías la estaban buscando, el susto sería menor cuando descubriera a los dos hombres uniformados en su cocina preparando café para acortar la espera.

Sin embargo, su madre no cogía el maldito teléfono, y por más que intentaba sonsacarle a los policías el porqué de su visita, no soltaban prenda. Por fin, al final de la calle se dejó ver el coche de la señora Rojas, y Minerva salió corriendo hacia la ventanilla para susurrarle al oído lo que estaba sucediendo. Las únicas palabras que pudieron salir de la boca de Ana (la madre de Minerva) fueron para que su hija, que estaba temblando, se relajara.

Cuando Ana entró en casa, los policías ya estaban terminando su café. La mujer se dirigió con temple a la cocina donde mantuvo una larga conversación con los muchachos. Las chicas mientras tanto permanecieron en el sofá, observándolo todo pero sin oír ni una sola palabra. Al terminar el diálogo los hombres salieron a fuera y Ana se acercó a Minerva intentando que su hija no viera que su madre estaba totalmente aterrada. Le cogió la mano y mirándola a los ojos le explicó:

- La señora Sarcos (vecina de la familia) escuchó la pelea de la pasada noche, la muy jodida llamó a la policía alertándola de que había oído disparos. Estos entrometidos fueron hasta las oficinas de tu padrastro donde les aseguraron que hacía ya varios días que no daba señales de vida, y por lo que parece tampoco se creen que esté de viaje. Debo acompañarlos a comisaría, pero no te preocupes, todo saldrá bien, cuida de tu hermana, y te ruego que no intentes nada, saldremos de esta, lo prometo.

Tras secarse los ojos con las mangas de su jersey, le dio un suave beso en la mejilla y se adentró en el coche patrulla.

Desde la puerta de casa, Minerva, pudo ver como el vehículo se alejaba calle abajo, mientras, por muchos abrazos de consuelo y apoyo que las chicas le daban, sus lágrimas no cesaban.

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